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    La Administración de la Escasez y del Cambio Climático.
 


La Política Ambiental de la Nueva Administración

Este trabajo sostiene que, cualquiera que sea la plataforma ambiental propuesta por los partidos políticos en la reciente contienda electoral, la siguiente Administración enfrentará una serie de dificultades creadas por la agenda energética mundial para la cual México no tiene preparada una respuesta adecuada.

No es intención del autor revisar críticamente las propuestas que al respecto plantearon los distintos candidatos a la Presidencia de la República, ya que ninguno de éstos reveló explícitamente los términos de referencia conforme a los cuales se ofreciera al potencial elector una explicación conceptual sobre su visión específica respecto de las causas estructurales que han condicionado el patrón de degradación ambiental del país, sino que en su campaña se limitaron a ennumerar una serie de medidas administrativas respecto de ciertos temas ambientales (conservación, pago de servicios ambientales, agua, restauración, política y economía ambientales, transgénicos, cambio climático, etc.) que parecían revelar un conjunto de buenas intenciones, más que un planteamiento debidamente estructurado para contender con la problemática ambiental. (1)

Aunque tal circunstancia pudiese resultar explicable en un contexto de búsqueda de rentabilidad política ofreciendo a los electores una propuesta sobre determinados aspectos de las ofertas de gobierno, en una contienda electoral, bajo la perspectiva de obtener de aquéllos su sufragio, es imposible dejar de observar que para la burocracia política del país, la política ambiental aparece como una concesión dirigida a una población acostumbrada a esperar solamente la actividad correctiva de un Estado asistencial que no es capaz ni de exigir a los agentes económicos que internalícen los costos ambientales que trasladan a la sociedad, ni a someter a las agencias públicas que como PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad suelen funcionar reactivamente ante los daños ambientales que su actividad provoca de manera regular a los ecosistemas de las regiones en las que operan pero que no figuran como parte de la agenda ambiental del país por la fuerte dependencia estructural que han creado sobre los ingresos y las finanzas públicas.

Las exigencias energéticas que demanda el desarrollo acelerado de China e India, principalmente, así como el precio creciente del petróleo y el agotamiento de las reservas probadas de México construyen un escenario peculiar y paradójico para nuestro país, ya que por un lado, estará presionado para incrementar su nivel de oferta de crudo (2) y, por otro, estará condenado a sufrir las consecuencias del calentamiento global provocado por la generación de bióxido de carbono:

“A partir de la Revolución Industrial, la concentración de esos gases (de efecto invernadero) en la atmósfera aumentó de tal forma que pasó a interferir en el procesos de mantenimiento del Sistema Climático de la tierra. Si las emisiones de GEI siguen aumentando al ritmo actual, es casi seguro que al final del siglo XXI los niveles de concentración de CO2 en la atmósfera se duplicarán con relación a los niveles pre-industriales. Hoy hay prácticamente consenso entre los científicos de que este “efecto invernadero intensificado” podrá poner en riesgo la vida del planeta”. (3)

Proponemos revisar las consecuencias del fenómeno chino, de la internacionalización de los problemas ambientales derivados del agotamiento del petróleo en nuestro país previsto para que ocurra en los próximos 10 ó 12 años y de la escasez del agua y de alimentos en nuestro país, provocada por el tratamiento de las zonas agrícolas hacia los polos, con motivo del cambio de clima.

Nuestro estudio concluye que, a diferencia de Administraciones anteriores que sometieron la política ambiental a la hegemonía de los objetivos económicos, la siguiente Administración deberá pugnar por encontrar las fórmulas para que su contribución a la cobertura de la demanda energética mundial sea conciliable con lo que deberá hacer para reducir el consumo energético local en el contexto de las exigencias que al respecto, tendrán los países desarrollados, especialmente los Estados Unidos.

Un mal lugar en un mal momento.

La actividad económica de México ha estado invariablemente atada a los precios de petróleo. La crisis económica provocada por la abrupta caída de éstos en 1982, reveló la fragilidad de una economía que depende sustancialmente de los ingresos obtenidos por la venta de crudo y cuya variación histórica pocas veces habría sido tan alta como en las cotizaciones internacionales observadas desde 2003 a la fecha.

Sin embargo, a diferencia de las alzas de precios del petróleo en la década de los setenta y en la Guerra del Golfo en los noventa, la situación actual responde inicialmente a la reactivación en la demanda global, encabezada por China y los Estados Unidos y, recientemente, por Japón e India.

La Agenda Internacional de Energía predice que la demanda de crudo subirá 37% de ahora a 2030 y calcula que sus 26 países miembros necesitarán importar el 85%, frente al 63% actual.(4)

Por otra parte, (...) “de la observación del mercado mundial de crudo se desprende que debemos esperar una tendencia a unos precios más elevados que los actuales. Puede que haya altibajos pero la tendencia es al alza. La razón es que la producción de petróleo casi ha alcanzado su máximo, pero el consumo mundial es mayor que las posibilidades de suministro”.(5)

A ello habría que agregar que los países productores como México, no fácilmente orientarán sus reservas a satisfacer totalmente la demanda energética de los consumidores, ya que también tienen la necesidad de usar su propio petróleo para abastecer la de sus mercados domésticos para impulsar su propia industria, especialmente por lo que se refriere a la producción de energía eléctrica. En nuestro país el 76.47% se produce con fuentes no renovables, es decir, con base en la quema de combustibles fósiles.(6)

Por el lado de de la oferta de energía, tendremos que optar por una política que recibirá grandes presiones de los países consumidores que por la vía de los precios tratarán de obtener el suministro que necesitan para ofrecer productos consumidores de energía, en un contexto donde el país tiene cada vez menos reservas probadas de petróleo, que pasaron de 17,600 millones de barriles en el 2004, a 16.500 millones en 2005, lo que representa una caída del 6.25%. Las reservas probables cayeron 1,200 millones también y los posibles registraron una disminución de 500 millones de barriles.

Por tanto, de optar por atender la demanda efectiva de petróleo recibirá ingresos como pocas veces ha visto, pero desatenderá la demanda interna y acabará con sus reservas en 10 años, aunque se alegue la existencia de yacimientos gigantes a 3,000 metros de profundidad, en la Cuenca de Burgos, en el norte del país, ya que no cuenta con la tecnología disponible para explotarlo y tiene serias restricciones constitucionales para ello.

“Para los especialistas, la caída de reservas se debe a un incremento de la producción de crudo en los últimos años y a descubrimientos insuficientes para remplazar los explotados, y para detenerla es necesario atacar esas dos causas”.(7)

Por supuesto, sería absurdo pensar que se destinen los excedentes económicos obtenidos por la venta de petróleo, a la adquisición de equipo para realizar la explotación, ya que no hay garantías de nuevos descubrimientos o yacimientos explotables en las condiciones jurídicas e institucionales vigentes.

Hasta aquí, hemos hecho énfasis en el escenario que más probablemente se pudiese presentar para nuestro país, en cuanto a que paradójicamente venderá más petróleo, más rápido y a mejor precio, pero que tomará de las ya decrecientes reservas probadas,(8) con desprecio del costo ambiental de la explotación acelerada de los yacimientos activos que no incluyen las reservas de la Cuenca de Burgos y trasladando los precios internacionales a los usuarios locales, provocando al cierre de las empresas cuyos procesos se encuentren asociados, directa o indirectamente, al uso de gas LP, gas natural, gasolina diesel o combustóleo.

Se trata de la internacionalización de la oferta de petróleo.

La imposibilidad de atender suficientemente la demanda nacional obligará al Gobierno a buscar tres mecanismos de maximización de la eficiencia energética, a medida que aumenten los precios del petróleo y para alargar la vida de las reservas, con claros atributos en cuanto se refiere a la reducción de emisiones de bióxido de carbono provenientes del modo de producción de energía basada en la quema de combustibles fósiles:(9)

a) La desindustrialización de la economía mexicana, a efecto de sostener solo a aquellas empresas capaces de competir en los negocios de nicho no cubiertos por la manufactura China y que sean capaces de reducir sus costos de producción por el uso más eficiente de la energía.

b) La reducción de la demanda, por la adopción de vehículos, maquinarias y electrodomésticos ahorradores de energía.

c) La inversión en la mejora tecnológica o en la transferencia de tecnología en fuentes alternativas de energía renovable.

Aunque la caída de la demanda de energía representaría una reducción significativa de gases de efecto invernadero (CO2) causante del calentamiento global, contribuir a la mitigación del cambio climático de esa manera no deja de ser una medida errática propia de la desvinculación conceptual de la política de energía, del medio ambiente y del mercado, porque esa reducción podría capitalizarse como “bonos de carbono” en el contexto de Protocolo de Kyoto, según el cual los países desarrollados obligados a reducir sus emisiones pueden adquirir en el mercado o bien financiar proyectos de reducción en países que, como el nuestro, no están todavía obligados a la reducción.

Esto es, si por razones de internacionalización de la producción de petróleo vamos a gastar menos de éste como fuente principal de energía ¿por qué no obtener ingresos de las reducciones? De otra manera lo haremos sin ningún beneficio económico, independientemente que de seguir la inercia al calentamiento de la tierra, éste se constituirá en el problema más grave para la economía del mundo y, muy probablemente, los Estados Unidos adoptarán algunas medidas al respecto, obligando a sus socios comerciales a hacer lo propio.

Aunque mas adelante lo veremos, las graves contradicciones que entraña la regulación mexicana de la energía, el contexto del llamado “cenit del petróleo”, el incremento de su demanda y el precio creciente de éste, pueden tener una traducción política crítica que incluya la amenaza de los estados del norte de la República Mexicana (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, principalmente) a escindirse del pacto federal ya que su economía se basa en el uso intensivo de la energía.

Algunas observaciones que podrían considerarse pesimistas.

a) La desindustrialización del país nos lleva aceleradamente a reconvertir nuestra economía en una basada en los servicios (turismo, comercialización de mercancías chinas, banca y finanzas, etc.).

“La pequeña industria manufacturera en ramas como la de arte gráficas, metal-mecánicas y galvanoplastía está muy descobyada, no tiene acceso al crédito bancario y sus costos son cada vez más altos en energéticos y materias primas”.

“De ahí que en el sector industrial se estén perdiendo empleos y mucha gente migra del sector de la industria manufacturera al sector comercio y servicios o de plano se van al sector informal”.(10)

En esas condiciones sería posible observar una segunda migración: la integración de la industria asentada en el norte del país con la del sur de los Estados Unidos de América, donde la energía es más barata y suficiente.

b) La reducción de la demanda que no se basa en una adecuada solución tecnológica que haga eficiente el uso de la energía está condenada a fracasar, porque no ofrece mantener o mejorar la producción con menores costos en la producción, obtenida del adecuado uso de los insumos intermedios (agua y energía), sino solamente en la reducción del consumo, como suele ocurrir en la industria nacional.

c) La solución más viable para hacer más elástica la oferta de energía es la adopción de la tecnología que permita, en alguna pequeña proporción, sustituir la energía no renovable por fuentes de energía limpia (eolica, solar, geotérmica, biogás, etc.)

Sin embargo, ello enfrenta dos obstáculos estructurales:

c.1) La disfuncionalidad de la legislación en materia del servicio público de energía eléctrica que, además de prohibir el mercado de ésta, obliga a la Comisión Federal de Electricidad a solamente comprar los excedentes del fluido producido por particulares en función del precio y de la garantía del suministro, lo que deja fuera a la energía renovable prácticamente, en cuyos costos no se refleja el valor económico de los servicios ambientales que presta la producción de energía limpia.

c.2) No existe ningún tipo de vinculación eficiente entre los oferentes de tecnología y los demandantes de ésta: ni unos saben cuál es su demanda potencial de tecnología ni los otros pueden ofrecer una solución tecnológica basada en el conocimiento disponible ya que: el mercado esta ausente en la cadena de valor del conocimiento tecnológico y, por tanto, no puede contribuir a satisfacer la demanda efectiva de la industria.

Por otra parte, los biocombustibles que podrían obtenerse del maíz, remolacha y de la caña de azúcar principalmente, como es el etanol y de los aceites vegetales (soya, higuerilla, carola, linaza y otras oleaginosas) necesarias para producir biodiesel, no se encuentran debidamente valorados como fuentes alternas de energía porque en nuestro país todavía el precio de las materias primas de donde se obtienen éstos (maíz, caña de azúcar, soya y oleaginosas) en general) hacen caro ese tipo de energía en relación con la gasolina y el diesel de petróleo.

En Estados Unidos y otros países, sin embargo, el uso del etanol elaborado a base de maíz, ha venido creciendo como un energético alterno a raíz del alza del precio internacional del petróleo. (11)

A esta circunstancia de mercado de la que es dable esperar que se resuelva cuando la materia prima reduzca su costo y lo vuelva competitivo como combustible, habría que añadir que la situación del maíz en México enfrentará una paradoja: la entrada libre de aranceles de este grano, con motivo del tratado de Libre Comercio para Norteamérica, que previó su desgravación en el año 2008, permitirá que su ingreso al país proveniente de los Estados Unidos se haga a menos de la mitad del precio al que se vende la producción local haciéndolo, en consecuencia, atractivo para destinarse a la producción de etanol.

Por otra parte, empero, los productores de maíz de Sonora, Sinaloa y Tamaulipas requieren producir experimentalmente a la brevedad grano transgénico para mejorar los costos de producción, reducir hasta 25% los subsidios, hacer resistente el producto a las plagas y sequías y mejorar sus rendimientos lo que no pueden lograr con las especies criollas, a lo que habría que añadir que el abasto de maíz amarillo para México, utilizado por productores primarias, la industria almidonera y productores de fructosa, entre otros, se ve complicada en el mediano plazo en atención a la creciente demanda de etanol producido a base de maíz y las grandes compras de ese grano para consumo humano, por parte de China.

En esas condiciones, México se encuentra en la necesidad de decidir cuáles serán en 2008 las políticas que habrá de desplegar en el fomento de la energía renovable proveniente del maíz y de las oleaginosas, si permite el desarrollo de productos transgénicos distintos al maíz criollo y qué va a hacer con la producción nacional de maíz desplazada por las importaciones más baratas provenientes de Iowa, Ohio, Nebraska y Michigan, que son los estados productores más importantes de los Estados Unidos y que ya se preparan para abastecer su mercado interno y vendernos sus excedentes.

La cuestión es ¿Producimos energía renovable y permitimos maíz transgénico? los Estados Unidos ó subsidiamos el precio del maíz blanco para consumo humano y esperamos que haya oferta de maíz amarillo en el mercado mundial para importarlo como forraje para ganado?

Pobre México, tan lejos de Estado Unidos y tan cerca de China. (A modo de conclusiones).

En este trabajo he pretendido hacer un acercamiento predictivo a la agenda ambiental del país, que está condicionada como nunca antes por la política energética de los grandes consumidores de petróleo en el mundo y que han provocado que el incremento del precio de aquél empiece a trastornar la economía de los países productores que, como México, no tendrán más remedio que ampliar su oferta hacia el exterior y reducir sus demanda interna, a pesar de que la disponibilidad futura del hidrocarburo está sumamente cuestionada y no existen elementos jurídicos y materiales para procurar la explotación efectiva de los nuevos yacimientos de la Cuenca de Burgos, en el norte del país.

Íntimamente vinculado con lo anterior, encontramos un fenómeno emergente en el panorama mundial que influye crecientemente en la economía de nuestro país: el desarrollo económico de China, que se ha transformado en un país en vías de desarrollo que no solamente consume la cuarta parte del petróleo del mundo, sino que el incremento de gases que provocan el calentamiento global derivados del uso del carbón en China, excede al de todos los países industrializados junto (Estados Unidos, la Unión Europea, y Japón) y se calcula que será cinco veces superior a la reducción buscada por el Protocolo de Kyoto para esas emisiones.

Por otra parte, la influencia de China no se reduce a condicionar el precio del petróleo y de las materias primas de origen natural, sino que, en su prolongado camino al desarrollo económico compite con nuestro país también en el mercado norteamericano. “En el caso de México, lo anterior cobra mayor relevancia al darse por duplicado las consecuencias de un encuentro en el que además de enfrentar los resultados de su perfil bilateral, día con día acuden a una segunda cita donde competen los dos países con sus respectivas economías, ante las preferencias del mayor mercado del mundo (Estados Unidos), dentro de un entorno que no registra ningún otro país de Latinoamérica”(12).

En julio de 2005, China desplazo a México como segundo socio comercial de los Estados Unidos. Por eso, la posición que tanto Estados Unidos como China han adoptado frente al asunto de la energía y del mercado de esos países, invierte los términos que hubiese representado la cercanía geográfica respecto de cada uno de ellos.

México no busca, frente a la política energética mundial sólo un espacio de ubicación para construir y defender desde ahí su punto de vista frente al cambio climático y defender desde ahí su punto de vista frente al cambio climático y las diversas oportunidades de mercado que éste ofrece, sino que también se debate entre sus contradicciones internas, de carácter político, ambiental y social, para encontrar la dimensión adecuada para aprovechar eficientemente sus recursos naturales en beneficio de la colectividad.

Para los productores de maíz del norte de México, el maíz criollo no representa un activo de la biodiversidad por lo que están urgidos de iniciar el uso experimental de maíz transgénico para mejorar la producción y mejorar sus ventajas competitivas.

Asimismo, para los industriales de esa región la necesidad de contar con energía suficiente y barata y la imposibilidad tecnológica y constitucional de obtenerla del lecho marino de la Cuenca de Burgos resulta inexplicable si como argumento se ofrece el que los recursos del subsuelo están reservados para el monopolio natural de PEMEX. ¿O quizás habría que decir, para la burocracia petrolera? El papel que el sureste habría representado como fuente de provisión de energía está a punto de concluir junto con el agotamiento del yacimiento de Cantarell. ¿Qué explicación habría de ofrecerse a los empresarios mexicanos para justificar la vigencia de paradigmas cuya hegemonía está en entredicho en la medida que parecen obedecer a una comprensión caprichosa de la realidad?

El petróleo se va a acabar y la posibilidad de no acceder a nuevas fuentes de energía puede provocar la escisión efectiva de los estados del norte del pacto federal, en un escenario donde la elección presidencial reveló la coexistencia de los mexicanos divididos por la idiosincrasia, los recursos naturales y la disponibilidad real de agua. Habrá que esperar.





(1) Véase MALLÉN RIVERA, Carlos, La Naturaleza de los Presidenciables (o lo que es lo mismo: el medio ambiente no da votos)”, en la Revista “Teorema Ambiental”, junio-julio 2006, Año 13, número 58. México. Las propuestas de los candidatos pueden consultarse en las plataformas electorales que presentaron los partidos políticos como requisito para inscribirse en la contienda. El cuadro que anexa recoge las propuestas ambientales que el autor organizó en doce temas y por partidos políticos.

(2) Los países no miembros de la OPEP cubrirán una oferta de 51.52 millones de barriles de petróleo, lo que representa un incremento de 1.4 millones respecto de 2005. El 7.3 por ciento de esa oferta, será proporcionada por México.

(3) ICLEI, Local Governments for Sustainability. “Cambio Climático y Desarrollo Limpio: Oportunidades para Gobierno Local. Una guía del ICLEI”. Secretaría para América Latina y el Caribe. Río de Janeiro, Brasil. Brasil. 2005 P.13

(4) Los consultores en energía distinguen tres etapas en la historia del petróleo. “La primera fue el siglo de abundancia y control de E.E.U.U., que duró hasta los 70’, con un precio promedio de US $13 el barril. La segunda fue un período de transición y de creciente influencia de la OPEP: duró hasta 2004 y el precio promedio de barril fue US $36. La etapa actual, que lleva apenas dos años, es más convulsionada, con mayor potencial de sacudidas en el suministro”. BUSHAN, Bahree, en RIAD y CUMMINS, Chip, The Wall Street Journal Americas, publicado en el Periódico Reforma correspondiente al 14 de junio de 2006, en la Sección Negocios. P.11.

(5) OWEISS, Ibrahim M. “Un mundo sin petróleo” en la Revista Vanguardia Dossier, correspondiente al número 18, enero/marzo 2006. La Vanguardia Ediciones S.L. Barcelona. P.77.

(6) Al respecto consúltese el “Plan Estratégico Institucional de Desarrollo Sustentable de la Comisión Federal de Electricidad” (PEIDES). Junio 2005.

(7) Véase el artículo “Quedan 10 años de reserva. Caen mil 100 millones de barriles de crudo”, de VELA, José Ángel, publicado en el Periódico Reforma del 17 de marzo de 2006.

(8) El yacimiento petrolero más importante en explotación es Cantarell, aunque aporta el 53% de la oferta mexicana, se encuentra ya en declive, lo cual explica el estancamiento de la producción.

(9) El cambio climático es una realidad irrefutable y constituye una amenaza real para la economía mundial. El bióxido de carbono contribuye con el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero como está íntimamente asociado al patrón de producción y de consumo de energía, la disminución de sus emisiones se traduce en disminución de la actividad económica. En México, el calentamiento global puede traducirse en una sequía meteorológica en Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Campeche, Chiapas y Quintana Roo, así como inundaciones en zonas costeras del Golfo de México.

(10) Véase el artículo de MERÉ, Dayna “Anticipan cierre de empresas. Estima la CONCAMIN que salgan 11 mil empresas por los altos costos de los energéticos”, en el Periódico Reforma del 11 de febrero de 2006.

(11) Aún cuando el petróleo es la fuente más importante de energía, sólo representa el 37 por ciento de las necesidades energéticas mundiales. Tampoco cabe descartar la posibilidad de nuevos descubrimientos de petróleo ni de nuevas tecnologías que ayuden al mundo atravesar una etapa de transición con menos petróleo pero más producción”. IBRAHIM M., Oweiss. Op. Cit. P 78.

(12) OROPEZA GARCÍA, Arturo. “México-China. La invasión del gigante amarillo”, en el Suplemento “Enfoque” del Periódico Reforma correspondiente al 13 de noviembre de 2005. P.14.




 
   
 
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